Poema a Guayaquil de mis amores
Guayaquil de mis amores
Autor:Medardo Angel Silva
Tu eres perla que surgiste
del más grande e ignoto mar,
y si al son de su arrullar
en jardín te convertiste;
soberana en sus empeños
nuestro Dios formo un pensil
con tus bellas Guayaquil;
Guayaquil de mis ensueños.
Si a tus rubias y morenas,
que enloquecen de pasión
les palpita el corazón
que mitiga negras penas
con sus ojos verdes mares
o de negro anochecer,
siempre imponen su querer
Guayaquil de mis cantares.
Porque tienes las princesas
que fascinan al mirar
y que embriagan al besar
con sus labios de cerezas,
te reclamo las dulzuras
con que anhelo yo vivir,
para nunca más sufrir;
Y al mirar sus verdes ojos
donde mi alma anhela estar
prisionero cual el mar
o al hundirme ya, de hinojos,
en las noches con fulgores
que sus ojos negros son,
te dirá mi corazón:
Guayaquil de mis amores..
Poema a Guayaquil corto
Años después
Autor: Adolfo Benjamín Serrano
A veces dudo si es placer o pena,
si es dicha o es dolor,
lo que en sus horas de ansiedad devora
mi pobre corazón.
Es por eso que, a veces, de mi llanto
me río con desdén,
y otras de mi alegría me avergüenzo
y lloro sin querer.
¡Déjame a solas! ¡Mi dolor respeta,
respeta mi silencio!
No con palabras de piedad se cura
la vieja herida que en el alma llevo.
¡Déjame a solas! Una chispa a veces
es causa de un incendio,
y al débil choque de contrarias nubes
salta el trueno del rayo mensajero.
Si sabes que la duda siempre ha sido
hermana del dolor,
y el abismo sin fondo del olvido,
la tumba del amor;
si de la muerte de mi dicha un día
la causa fuiste tú:
¿a qué preguntas, si en el alma mía
tu imagen vive aún
Guayaquil en el recuerdo
Autor: Francisco Pérez Febres-Cordero
Guayaquil, para amarte
es necesario haberte conocido
largamente, mirándote
con los ojos del alma.
Haber caminado tus veredas
paso a paso
en el día o en la noche
esquina tras esquina
ventana tras ventana
Haber seguido
con los libros de estudio bajo el brazo
y el corazón suspenso en un suspiro
a una colegiala
hasta la puerta misma de su casa
Apagado la sed con un raspado
mentarosanaranjatamarindo
hielo desmenuzado
entre resecos labios
Jugando fútbol en tus calles
esquivando rivales y automóviles
Haber cantado una canción romántica
a una oscura ventana
tras la cual no sabíamos siquiera
si se nos escuchaba
Haber saboreado
después de una jornada de cuarenta
o de estudios quizá o de una fiesta
una taza de humeante chocolate
y un sánduche de queso derretido
cuyo sabor aún vive
en un sitio secreto de la mente
y sabemos
sabemos con certeza que ya nunca
se volverá a probar algo mejor
Haber oído
tus antiguos pregones
Admirando ventanas y balcones
de lujoso enrejado
llenos de frescas flores
Escuchando la lluvia repicando
en los techos de zinc
Haber seguido al hombre de los zancos
Saber quien era pirulí
o quien maría palito
Haber visto la luna
emerger de la ría
haber sentido el fresco
de tus amplios zaguanes
Haber corrido tras las motobombas
al sonido primero de la antigua sirena
Haber considerado
que una esquina o un barrio eran muy nuestros
defendiendo y cuidando
estantes y ventanas
paredes y jardines
y sobretodo hermanas y vecinas
en una ya casi olvidad
unión comunitaria
Haber subido
tus hoy cortados cerros circundantes
en busca de ciruelas
o nadado en las entonces límpidas
aguas del fresco estero
o haber dado cien vueltas los domingos
en el American Park inolvidable.
Encuentra aquí la historia de la fundación de Guayaquil
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